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domingo, 30 de abril de 2017

LA BUENA NOTICIA DE LA GRACIA

Nada es complicado.
Sino que Todo es gracia.
Y la gracia siempre es gracia, "celestial" regalo. 
Porque nada tiene que ver con "merecido" o conseguido por superar esta o aquella prueba.
Ni tampoco con aprobar las disciplinas divinas.
Agradecer o "acoger la gracia" es reconocer la grandeza de Dios que todo lo ha dado o está dando por imperativo de Su esencia y a cambio de nada.
Cierto que el mismo Pablo concibe la existencia como una carrera a superar o alcanzar una meta. Pero eso supone ya la dualidad. 
Tenemos que traducir el peligroso, por equivoco, lenguaje que supone más de Uno.
Se trata en único ejercicio de reconocer ya y siempre que es solo Dios y su idea. Fundidos desde siempre. Nunca separados.
Es decir, ¡ya! y siempre estamos establecido en el Cielo. 
Y ¡no! y en cualquier otro lugar que nunca es ni fue.
Y saber lo anterior conduce al descanso: establece en la paz.   
Es el "yo" quien al revestirse de su personaje pseudo-espiritual se inventa la lucha por ser santo.
Cuando lo único que tiene que hacer es desaparecer.  En su nada. 
Porque la Verdad es que desde siempre estamos "graduados" por gracia.

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