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jueves, 13 de abril de 2017

VIERNES SANTO


Hoy no puedo conmemorar  la muerte de Jesús.
Lo único  que me importa celebrar es la Vida.
Lo que siempre es.
Y porque en aquel viernes, llamado “santo” (cruel paradoja), lo ocurrido fue un horrible crimen con pretensión de justicia.
Un “ajusticiamiento”.
Un asesinato gratuito, como todos.
Que tampoco sirvió para la divina reconciliación.
Por múltiples razones.
    La primera porque es imposible unir lo que en la Verdad nunca ha estado separado.
La humanidad siempre ha estado en Dios.
El hombre sólo en sueños imagina pecados, castigos, sufrimiento. Inconsciente imagina separación.
Se trata de despertar al soñador a la eterna e indisoluble unión del hombre y Dios. Pero nunca reconciliar.
El hijo pródigo nunca puede abandonar  la casa del Padre. Porque siempre “en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”.
La existencia ejemplar de Jesús nos descubre la realidad y las gozosas consecuencias de una unidad divina nunca rota.
    La segunda razón también está cargada de lógica.
Nunca se puede extraer bien del mal.
Muchos discrepan porque ya han canonizado el sufrimiento.
Pero nada me convence acerca de la bondad del dolor.
Porque si el sufrimiento fuera un bien, Dios lo hubiera incluido en su esencia.
Entonces, ¿No salva la cruz? ¿Es inútil el sufrir? ¿Tiene valor la Pasión?
Sólo el Padre-Madre, el Amor, es  la solución.
Así lo entendió Jesús al aceptar el Cristo. Y por eso se concentró en erradicar  cualquier dolor, pecado o injusticia que encontraba en su camino.
La cruz no fue su meta, sino una consecuencia de su lucha contra el mal.
Su ruda aspereza no le hizo dimitir de la Buena Noticia que sólo canoniza al Bien.
En la pesadilla que llamamos existencia no hay que buscar la contradicción. Viene sola con ser fiel al Cristo.
Jesús no la persiguió. La encontró a su pesar.
"Aparta de mí este cáliz", fue su deseo.
Pero al ser más fuerte su fidelidad a la Verdad, ni la condena al suplicio le echó del camino.
 No busquemos la cruz.  Sino el Reino del Amor.  
Porque el libertador es:

EL AMOR, no la cruz.

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