Esta mañana dos superconocidas citas me iluminan el día.
La primera: Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos”.1
La segunda son las palabras del Maestro de Nazaret: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 2
Aquí el "ti mismo" o "uno mismo" precede al "prójimo".
Y como consecuencia de esta observación se impone el siguiente importante preliminar.
Antes de acometer el tratamiento para "otros", he de verme perfecto en primer lugar. Cuanto más claramente mejor.
Y dejar en contemplación de la sombra de su nada a esa creación de la mente mortal que reclama ser "yo".
Y así, abrazando la visión que la Mente tiene de la idea que soy, reconocer al Cristo por doquier.
1 Ciencia y Salud 474:34-4. 2 Marcos 12:29-31
martes, 3 de enero de 2017
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