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jueves, 26 de enero de 2017

EL PODER DEL AMOR

Ante cualquier mal a disolver, Mary Baker Eddy declarará con convicción: 
Yo les voy a decir la forma de hacerlo. ¡Es amando! Simplemente vivan el amor —sean el amor— amen, amen, amen. No conozcan otra cosa que no sea el Amor. No hay nada más. Eso hará la obra. Sanará todo; resucitará muertos. No sean otra cosa, sino amor.1
Se trata de amar al que padece, sea otro o uno mismo. 
Reconocerlo como Dios lo conoce. 
Nunca hay un enfermo que debe ser curado, sino sólo es la imagen de Dios que ha de ser reconocida.  
El trabajo eficaz exigido es descubrir lo que Dios ya ha hecho. 
Lo que sana es un acto de amor. 
Todo consiste en amar. En reconocer al otro como en verdad es. 
Despojado de los andrajos que cubre y oculta su maravillosa realidad, aparecerá con la túnica inconsútil de hijo con la que está vestido desde la eternidad. 
Y el yo nada tiene que mantener. 
Dios lo hace todo. 
Si estuviera viendo siempre con Sus ojos, ni sufriría visiones equivocadas ni tendría que esforzarme en corregirlas. 
Porque lo que exige el esfuerzo no es ver la Verdad, sino seguir contemplando el error. 
Por eso creemos estar todos tan fatigados.

1 Sue Harper Mims, We Knew Mary Baker Eddy, p. 134  

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