Hace un puñado de años dejé apenas iniciado el estudio del perfil sicológico de Pablo de Tarso.
Hoy sin retomar el viejo proyecto (ya no me interesa investigar personalidades), me acerco desde una nueva perspectiva al supercitado capítulo 13 de su primera carta a los Corintios.
Allí el amor se convierte en protagonista. Y como verdadero, sólo es el Amor-Dios y su manifestación infinita, desde un ángulo hasta ahora inédito para mí, me recreo con ese texto.
Ese pasaje se suele tomar como la descripción de como el hombre debe amar.
Pero yo prefiero considerarlo "cómo el Amor ama".
Cómo me convierte en "amado" con idéntica capacidad de amar.
Cómo me ama, en paciencia y bondad infinitas. Sin comparaciones. Viéndome siempre como Su imagen (eso es perdonar), en alegre abrazo de unión.
Siempre en armoniosa paz.
Cómo siempre su voz es un susurro suave, nunca irritada ni condenatoria. Me ilumina y vivifica.
Cómo espera todo de mí.
Porque confía plena y firmemente en lo que en verdad soy. Sea cual sea la situación en que parezco estar.
Y finalmente, cómo siempre estoy en Su amor, ya que nunca puede dejar de amarme.
miércoles, 25 de enero de 2017
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