EL YO NUNCA CUENTA

Me dices que te encuentras perdido, atascado.
Siempre en el mismo bloqueo. 
Un paso adelante y vuelta a la casilla del comienzo como en un juego que nunca ganas.
Sentir eso descubre que ese pensamiento no nos pertenece. 
Es de la mente que no es.
Cree el yo que Dios necesita de su inestable fidelidad  para mantener la eterna armonía. 
Y que sin ella sobreviene el caos, por dejar de comprender o ser consciente de una perfección que siempre está ocurriendo.
Pero la verdad es muy otra y muy simple. 
El yo nunca cuenta. 
Y el hombre verdadero es imagen nada más (y ¡ni nada menos!). 
Por eso no piensa por si mismo. 
Suyo sólo son los pensamientos ya pensados por el que es Uno. 
Y así nunca duda, y siempre sabe, que TODO ESTÁ BIEN.