El 30 de Octubre de 1938, Orson Welles puso en antena su adaptación de “La guerra de los mundos”.
Al comienzo explicó que se trataba de la dramatización de una hipotética invasión extraterrestre.
Pero es evidente que los casi doce millones que le sintonizaron no prestaron atención a esa introducción aclaratoria.
Y a eso se debió el pánico generalizado.
En desesperada huida, multitudes aterrorizadas colapsaron carreteras, estaciones y comisarías de policía.
Los teléfonos de emergencia no dejaron de sonar durante horas reclamando ayuda.
Y hasta se recibieron centenares de mensajes de “testigos” que decían haber visto a los marcianos invasores.
Recordar este suceso me mantiene sereno cuando recibo mensajes semejantes.
"Míos" o ajenos. Da igual.
Meras creencias, siempre sugiriendo ataques terribles, fatales diagnósticos médicos, carencia de provisión, situaciones conflictivas.. .
Y es que no escuchar la Verdad al principio -el "Todo está bien" del Génesis 1:31- lleva a tomar por real lo que sólo es ilusoria y loca fantasía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario