Hace meses me telefoneó una amiga.
-"Desde mi traumático divorcio hace veinte años
no he visto a mis hijos. Ya son adultos, pero mi ex-marido, los ha separado de
mí. No quieren verme. No aceptan mi invitación para reunirnos. Ni siquiera
responden a mis llamadas o cartas. Desde hace cinco años, oro sin cesar pero
también sin resultados. No hay cambios. No sé qué impide el bien en mi caso.
-¿Y cómo haces?
-Deseo que cambie mi situación actual de desamor. Me
siento sola, no querida, soportando una culpa inmerecida. Estoy inmersa en una
tristeza asfixiante. ¡Quiero que esto cambie! Busco una solución."
El impedimento se me resaltó con claridad.
Recordé: "Es charlatanería mental hacer de la
enfermedad una realidad —considerarla como algo que se ve y se siente— y luego
tratar de curarla por medio de la Mente” (Ciencia y Salud 395:23-25).
En mi pensamiento cambié "enfermedad" por
"todo lo desemejante a Dios, el Bien infinito".
-"Sólo experimentas lo que consideras qué
es real. ¿Cuál crees que es tu realidad?
-La que te acabo de describir: Soledad, culpabilidad,
insoportable separación, desamor. ¿Te parece poco?
-Ese es el principal error. Creer que es eso lo que te
está sucediendo."
Y la cita recordada concluía: "La práctica mental
que considera que la enfermedad es una realidad, fija la enfermedad en el
paciente, y es posible que aparezca en forma más alarmante." (Ciencia y
Salud 395:29-32)
-"Tú misma estás prolongando tu sufrimiento.
Porque ahora y siempre estás en el infinito Amor. De nada estás separada ni
nadie te margina. Dios que es la Realidad sólo conoce lo 'uno'. Incluso ignora
que cosa sea la separación. Y eres inocente desde toda la eternidad, porque así
lo declaró la Mente divina al verlo todo bueno. Si consigues amueblar con esto
tu conciencia, estoy seguro que tu próxima llamada será muy distinta."
Y el lector ya habrá adivinado por qué hoy comparto
este relato.
Hace tres días que mi amiga telefoneó de nuevo. ¿Su
intención? Contarme agradecida la alegre comida que había compartido con sus
hijos.
Nada había tenido que cambiar, sólo aceptar nada más
que la verdad.
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