Algunas mañanas el listado de asuntos
pendientes me encoge el ánimo. El cansancio dobla mi espalda antes de
comenzar la jornada.
¡Hay tanto que hacer! Y un desaliento
paralizante me invade.
El sentimiento de soledad acude para
aumentar mi angustia. Y la responsabilidad colabora con su presión.
¿Por donde empezar?
Y entonces, un rayito de luz, cazado por la
soñolienta memoria, ilumina mi amanecer.
Empezar bien es
terminar bien.(1).
¿Estoy estrenando el día correctamente? Y
la cita me responde: Todo concepto que parezca empezar con el cerebro,
empieza falsamente.
Por tanto, he de abandonar los pensamientos
que me vienen de lo que parece ser mi mente, pero que no es.
La creencia de que el hombre tiene otra sustancia,
o mente, no es espiritual y quebranta el Primer Mandamiento: Tendrás un solo
Dios, una sola Mente.(2).
Para empezar bien he de iniciar el día
pensando bien. Es decir, con la única Mente.
Reflexionar desde otra instancia sólo puede
conducir a construcciones de Babel, a frustraciones y a confusiones.
Pensando bien, sé desde el primer momento
que “La Ciencia revela la posibilidad de lograr todo lo bueno, e impone a
los mortales la tarea de descubrir lo que Dios ya ha hecho…”(3)
Todo es posible. Todo lo bueno es factible.
¿Cuál es mi tarea para hoy? Aunque se me
disfrace de mil ocupaciones es “descubrir lo que Dios ya ha hecho”.
Contemplar un escenario perfecto.
Experimentar una secuencia de acontecimientos armoniosos. “Cosas
maravillosas están sucediendo”. Sin cesar.
No puedo olvidar que ya estoy en el
séptimo día.
Jesús, siempre tuvo presente esta verdad, y
vivió no como protagonista, sino como imagen. Es decir, como espectador, como
el que ve.
Por eso aseguró: “no puedo hacer nada
por mi propia cuenta. Sólo hago lo que veo que hace Dios, mi Padre.”(4)
Hacer… realizar la tarea cotidiana… no es
una actividad en soledad, “por cuenta propia”. Sino que he de contar
con el Padre-Madre, ser consciente de su Presencia actual y total.
Cumplir con mi trabajo de hoy es un
continuo fijar los ojos en la obra de Dios.
Y así como mi imagen del espejo levanta un
peso sin cansancio, igual yo manifestaré lo que Dios tiene hecho: Su gloria, el
Bien.
De ese modo despertaré y empezaré bien en
éste que es: "El día que hizo el señor y donde seré alegría y
gozo"(5)
1 Ciencia y
Salud 262:31 2 Ibidem
301:20 3 Ibidem
260:15 4 Juan
5:19 5 Salmo 118:24
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