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viernes, 3 de febrero de 2017

MIRAR CORRECTAMENTE

Es cierto que el entorno condiciona la experiencia.
"Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera.” (Génesis 1:31)
Así no puede asombrar que Dios sea felicidad infinita.
Pero, ¿coincide mi percepción con la divina?
Si es distinta –aparte que la vivencia no siempre será armoniosa- ¿cuál sería la explicación?
¿Qué Dios observa un cuadro diferente de aquel donde yo me muevo?
¿O que debo corregir mi vista?
Y las respuestas llegan enlazadas con las preguntas.
No hay dos creaciones, la divina y la humana. Sino siempre una.
Porque sólo hay un creador. El hombre nunca hace, sólo refleja. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.” (Salmo 126:1)
Tampoco hay dos realidades, porque sólo es Dios quien se manifiesta Todo.
Y no hay dos clases de visión, porque sólo ve El que Es.
Por tanto, no se trata de aumentar mis dioptrías. 
Sino abandonar mis ojos.
Porque hay nada más que una solución. Mirar desde el Amor.
Y entonces yo mismo me reconoceré como la perfección contemplada.

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