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viernes, 3 de febrero de 2017

LA FELICIDAD ES EXCLUSIVA DE LO ABSOLUTO

En estos días las pantallas de los cines ofrecen una gran variedad de títulos y temas. 
Leyendas fantásticas, bellos documentales sobre la naturaleza, historias románticas, narraciones terroríficas y tiernos cuentos infantiles.
Esto me ofrece una sugerente analogía.
Alguien que deseaba gozar con los incomparables paisajes prometidos por National Geographic, sale alterado del  cine. Todavía tembloroso, protesta: "Todo está plagado de peligros y amenazas. No se puede descansar con tanto sadismo. Los anuncios prometían belleza y mis ojos sólo han sufrido horrible fealdad. La propaganda me ha mentido". Observo su entrada y puedo explicarle: "Sólo te equivocaste de sala".
Vivimos en un mundo donde la armonía brilla por su ausencia,  la enfermedad es condición habitual para muchos, la incertidumbre colorea el horizonte, y el sobresalto es visitante frecuente e inoportuno.
 La solución no es resignarnos o maldecir nuestra suerte. Tampoco negar ese panorama. 
En un universo relativo donde hemos entrado por equivocación no basta con cerrar los ojos y figurarnos otro espectáculo mientras los altavoces gritan lamentos y el ambiente nos rodea con tinieblas. Eso nos llevaría a la locura.
Hay que salir. 
Para entrar en lo Absoluto.
No podemos aspirar a que la creación de la mente mortal sea un paraíso. En ese espacio virtual y relativo siempre encontraremos el mal. Sólo allí.
Pero no hay lucha entre el mal y el bien. Ni siquiera hay mal. 
Su creencia me golpea sólo mientras no vivo en lo absoluto. En tanto permanezca ahí no he de sorprenderme con sus embestidas.
Hemos de situarnos en el Cielo. En aquello que ve -y es- la Mente divina. 
No podemos gozar de plácidos escenarios en la sala donde están proyectando la película de terror.
No nos esforcemos por cambiar el espectáculo aferrándonos a la butaca. 
Hay que levantarse y salir a la Verdad. 
Hay que situarse en una Realidad que no hay que colorear ni perfeccionar, porque ya es desde siempre la Perfección Infinita.
No lo olvidemos: La felicidad es exclusiva de lo Absoluto.

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