Pero llegó en paralelo con tu
pregunta.
¿Por qué no consigo tantas cosas
justas y buenas tras años y años de estudio?
Y mi conciencia se pobló de las
imágenes que acompañan estas palabras.
Y pronto comprendí el mensaje.
Nunca me debo confundir con un
pájaro ni con un pez. Si me creo el uno o el otro siempre fracasaré en eso de
volar o me asfixiaré al permanecer en el fondo marino.
El cien por cien de los problemas tiene
una sola causa. No acabar de identificarnos.
Somos el reflejo del Yo, pero no el
Yo. Nunca un "yo". Ni siquiera uno chiquito.
Cuando creemos ser un "yo"
nos percibimos solos porque nos experimentamos "finitos". Y
notamos huecos por todos lados, vacíos dolorosos.
Y tememos por nuestro deterioro, ya
que lo limitado tiene fecha de caducidad (y así el cabello encanece o cae, los
huesos se hacen frágiles...).
La creencia de ser "uno
más" respecto a Dios fractura la unidad (en apariencia,
porque el error nunca es más que eso). Y esa consideración convertida en hábito
nos lleva, como a ciertos matrimonios, a tener "cuentas separadas"
con Dios.
Y entonces sobrevienen las
carencias, la falta de provisión. Y buscamos fuera (en negocios, empleo,
suerte, familia, amigos) lo que poseemos ya hasta el infinito, por nuestra
verdadera identidad.
"Todo lo mío es tuyo".
Si nos automarginamos de la realidad
es imposible disfrutar del inagotable patrimonio que gratuitamente ya poseemos.
Las estrellas no se encuentran en la
cueva, sino en el cielo.
La felicidad sólo está en Dios. Ahí,
donde, dormidos las más de las veces, siempre estamos y somos.
Nuestro estudio más importante es el
profundizar y aceptar con alegre radicalidad lo que somos siempre: la
manifestación infinita de Dios.
2 comentarios:
Gracias por estos bellos pensamientos elevados Don José son de gran ayuda para nuestro entendimiento y práctica del Amor. Expresan mucha sabiduría e inteligencia, le agradezco esa transparencia que refleja.
Atte. Araceli
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