A
veces me ayuda repasar lo que en otros momentos “escuché” y sentí como
verdadero.
Eso es el auténtico recordar: llevar de nuevo algo al corazón. (En latín cor,
cordis, significa “corazón”, el órgano del pensar según los semitas).
Hoy me repito
lo siguiente:
Si fe es ver la Verdad sin
dudar, el yo que pienso ser jamás
ha creído.
Por eso sólo me apoyaré en
lo que
conoce el "Yo soy”.
Eso es
lo que mueve montañas.
El objetivo definitivo
del creer es reconocer que, lo sienta o
no, el Amor está siempre actuando.
Y sin necesitar condición alguna para ello.
Aceptar sin
discusión que el Amor me está abrazando incluso cuando
el pánico me paraliza la respiración.
Me digo "necesito más fe, más
comprensión, más constancia, más amor...",
cuando lo único necesario es agradecer (es decir, reconocer) y confiar sin
pausa.
Este es mi patrimonio eterno aunque en la oscuridad mortal se dificulte
el sentimiento.
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