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jueves, 2 de febrero de 2017

TODOS ME AMAN

Dios, y su manifestación, es Todo. Lo único.
No hay más. Ni hace falta. Es lo preciso y lo maravilloso.
Dios es Amor. El Amor y su infinita expresión es Todo.
Es la atmósfera de la Vida. Es la Sustancia del existir.
Todo lo que hay en la realidad es Amor o su actividad, el amar.
Lo contrario es nada más que ilusión. Por mucho que se crea en su mayoritaria existencia.
No hay nadie que odie o me desee mal. No existe contrario o competidor.
El calumniador, el envidioso que menosprecia o me margina no está en el universo real. Reside en el inframundo inexistente de la pesadilla.
Allí, en la oscuridad todo es amenaza. En la ignorancia de la luz todo es peligro.
La inconsciencia es el gran pecado asesino. 
Por eso Jesús, inspirado por el Cristo expulsa la condena. 
La exilia del universo de las relaciones divinas al excusar “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.1
Lo que se aprecia como maldad sólo es ignorancia, inconsciencia, somnolencia agitada y torturante.
Cuando la luz me despierta descubro extasiado sólo Amor: que todos me aman…
… El director del banco que niega el crédito… Ese empleador que no me contrata… Aquél que atesora mis equivocaciones, lejos de los olvidos… El que no soporta mis opiniones, ni que me encuentre en su cercanía… Este vecino que me niega el saludo… Quien todavía, hora a hora, muestra  las heridas que le hice…
Todos me aman, aunque las sombras griten lo contrario. Es imposible lo opuesto.
Y cuando la luz retira los velos que posibilitan la mentira, sólo siento el calor de la Verdad. De inmediato experimento que me aman.
Y cuando me identifico como amado, reconozco al Amor manifestándose por todas las rendijas de este mundo.
Y se produce el milagro. Noto que el Amor también se escapa por todo mi ser para abrazar a los que quiero y a los que me parecía imposible perdonar, admirar, alabar, ayudar… y sobre todo, querer. Sin ningún esfuerzo. Es lo natural.
En ese instante es cuando contemplo la misma creación que desde la eternidad ve “buena” la Mente.
Yo también percibo la infinita bondad de todo. 
Porque ya no veo con ojos ciegos. 
La Mente que es Amor, es mi único sol y conciencia.
Entonces no sólo sé que TODOS ME AMAN…, 
sino que en lo más profundo y verdadero de mí, siento que cuando el Amor ama a todos, también YO AMO A TODOS
Esa es la única realidad.



1 Lucas 23, 34

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