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miércoles, 8 de febrero de 2017

TODOS SOMOS MILLONARIOS

Pagar con tarjeta de crédito es cada vez más habitual. Sobre todo en los centros comerciales.
Para evitar fraudes, los cajeros solicitan algún documento que acredite la identidad. 
Donde resido es suficiente con la licencia de conducir, el documento nacional de identidad (DNI) o el pasaporte.
Pero si los dejas en casa, te será imposible pagar tu compra. Aunque tengas miles de euros en la cuenta corriente de tu banco
Para usar nuestros bienes es necesario identificarse de forma adecuada. Tenemos que probar quienes somos.
Todo lo anterior me aclara algunas aparentes contradicciones de la práctica metafísica.
Ya tengo todo lo que deseo o creo necesitar: conocimiento, salud, habilidad, amor… ¿Por qué no lo disfruto?
Porque tengo que “cobrarlo”, “hacerlo efectivo”, “manifestarlo” en el terreno de la Verdad.
Para ello he de presentarme como en realidad soy: perfecto.
Si me muestro como enfermo, pobre, ignorante, desgraciado, mortal o pecador… nada recibiré.
Porque esa identidad no se corresponde con la del titular de los bienes infinitos.
Ese es el significado de la, durísima en apariencia, frase de Jesús:
“Porque a cualquiera que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene aun lo que tiene le será quitado”.(Mateo 13:12)
Así lo advierte la Sra. Eddy cuando responde a la pregunta de un estudiante. Sólo podrá demostrar en la medida que se identifique como “perfecto” y no como el que se esfuerza hacia la perfección.
Para gozar de la Verdad hay que situarse en la realidad.
La Verdad es que no hay necesitados. 
Bien Infinito manifestándose, y nada más.
En el Reino de Dios sólo caben los “millonarios”. Los “únicos” que Él ha creado.
Y disfrutaremos nuestro tesoro cuando nos identifiquemos como tales.

Esa es nuestra ardua pero maravillosa tarea.

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