Pagar con
tarjeta de crédito es cada vez más habitual. Sobre todo en los centros
comerciales.
Para evitar
fraudes, los cajeros solicitan algún documento que acredite la identidad.
Donde resido es suficiente con la licencia de conducir, el documento nacional de
identidad (DNI) o el pasaporte.
Pero si los
dejas en casa, te será imposible pagar tu compra. Aunque tengas miles de euros
en la cuenta corriente de tu banco
Para usar
nuestros bienes es necesario identificarse de forma adecuada. Tenemos que
probar quienes somos.
Todo lo
anterior me aclara algunas aparentes contradicciones de la práctica metafísica.
Ya tengo todo
lo que deseo o creo necesitar: conocimiento, salud, habilidad, amor… ¿Por qué
no lo disfruto?
Porque tengo
que “cobrarlo”, “hacerlo efectivo”, “manifestarlo” en el terreno de la Verdad.
Para ello he
de presentarme como en realidad soy: perfecto.
Si me muestro
como enfermo, pobre, ignorante, desgraciado, mortal o pecador… nada recibiré.
Porque esa
identidad no se corresponde con la del titular de los bienes infinitos.
Ese es el
significado de la, durísima en apariencia, frase de Jesús:
“Porque a
cualquiera que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene aun lo que
tiene le será quitado”.(Mateo 13:12)
Así lo
advierte la Sra. Eddy cuando responde a la pregunta de un estudiante. Sólo
podrá demostrar en la medida que se identifique como “perfecto” y no como el
que se esfuerza hacia la perfección.
Para gozar de
la Verdad hay que situarse en la realidad.
La Verdad es
que no hay necesitados.
Bien Infinito manifestándose, y nada más.
En el Reino
de Dios sólo caben los “millonarios”. Los “únicos” que Él ha creado.
Y
disfrutaremos nuestro tesoro cuando nos identifiquemos como tales.
Esa es
nuestra ardua pero maravillosa tarea.
0 comentarios:
Publicar un comentario