14 de FEBRERO. DÍA DE LOS ENAMORADOS

¿Día del amor? Pero, ¿qué amor?

¿Qué celebramos? ¿Un sentimiento? ¿Una actitud? ¿Acaso una identidad? ¿Algo duradero? ¿Pasajero?

¿Sólo un día al año?

Para algunos es lo que les parece durar.

Ayer, amor eterno. Hoy, indiferencia o cuando no, odio que carcome el corazón. ¡Qué rápido se troca la actitud cariñosa en desdén!

 ¡Que pronto se gasta!  Son frecuentes las rupturas que hace fechas parecían imposibles.

Pero, cuando se está en el sueño se confunde todo. En la oscuridad de lo irreal no se puede amar.

Por eso me asombra escuchar “Hagamos el amor”. Como si el amor se pudiera hacer. Como si el hombre mortal fuera capaz de crearlo. Como si la imagen en el espejo fuera capaz de moverse estando inmóvil el modelo. Sólo hay actividad si quien es reflejado en el cristal ha actuado primero.  

¿De qué día estamos hablando?

Debiera ser del día de los que están en-amor-ados. De los que están en el Amor.

Es decir, del día de cada uno, porque todos estamos en el Amor. En Él vivimos, nos movemos…

Del día que hizo el Señor. Un día siempre alegre, rebozante de gozo.

 ¿Un día tan interminable como la eternidad? ¿Es posible el amor para siempre?

ES el único soporte de la realidad.

Al “Pienso, luego existo” habría que completarlo con “Existo, luego soy amado”. Siempre.

Porque El Ser es el Amor. Y así nos ha visto, amable, desde el sexto día de la creación.  

Porque somos su reflejo. El Amor es nuestra Causa.  Y Él nos reconoce como Su efecto.

Eso es amar: identificar al objeto de nuestro querer con su fuente divina.

Eso es lo que realmente implica amar.  Y nos es posible "porque Él nos amó primero".

Y al identificar al amado (ya sea la pareja, los hijos, los padres, los familiares, los amigos...) con el Amor, que es el Bien infinito, se nos agiganta. y se convierte en alguien al que nunca nos cansaremos de apreciar.

Siempre estaremos ocupados en descubrir su insondable perfección.

Porque el Amor se refleja en amor. (Ciencia y Salud 17:9)

¿Hagamos el amor?  ¡No!

Nosotros somos el Amor. Porque “en Él tenemos nuestro ser” (Hechos 17:28)