"No somos seres humanos con una experiencia espiritual, sino seres espirituales con una experiencia humana" decía Pierre Teilhard de Chardin.
Años antes Mary Baker Eddy había concluido clara y rotunda su Declaración del Ser:
"Por lo tanto el hombre no es material, él es espiritual".
No tomar esto en serio es el por qué de toda desarmonía.
Lo compruebo a diario.
En la práctica, la espiritualidad se considera como una estrategia para mejorar el sueño.
Pero no como nuestra auténtica identidad.
Para vivir en la realidad -y sólo en ella se vive- hay que abandonar el gobierno de los sentidos físicos por la absoluta guía del Alma.
Y vivir en el Espíritu como el pez en el agua y no fuera de ella.
Esto supone una radical revolución que victoriosa lleva al disfrute de la verdadera libertad.
domingo, 5 de febrero de 2017
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