No hay paciente y sanador. Ni tampoco tres: Dios, paciente y sanador. Sólo Uno. Mi Padre y yo somos Uno. No hay otro.
Ni muchos. Sino el Ser expresándose infinitamente.
Y por tanto todo lo que no es de Dios: tristeza, dolor, carencias, conflictos, preocupación o temor, tampoco me pertenecen.
Y si creo experimentar algo de lo enumerado, es porque en sueños abandono la realidad:
"Todo es el Bien infinito y su manifestación infinita".
Estar centrado en la Unidad es experimentar la inmutable paz de la eterna felicidad.
viernes, 7 de julio de 2017
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