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domingo, 2 de julio de 2017

NECESITAMOS APOYARNOS EN LA ROCA


En nuestra marcha hacia la Luz reclamamos con frecuencia apoyos, certezas, agujas imantadas que señalen "Nortes" y eviten rodeos confusos, vuelta atrás, caminatas desalentadas.
Hay nubes que en caprichosa oportunidad ocultan la tibia claridad que permite nuestra andadura. Entonces nos detenemos y replanteamos nuestra aventura. ¿Nos dirigimos a una Utopía inexistente? ¿Acaso nuestra búsqueda de sentido no será un tremendo “sinsentido”?
Muchos peregrinos han experimentado esa noche del sentir. Han hurgado en la oscuridad la caricia cierta de Dios sin éxito. Porque Él no está en las tinieblas. Entonces, ¿cómo proceder? ¿Qué es lo que necesitamos?
Y en nuestro auxilio responde una brisa alentadora. Toda necesidad ya está cubierta. Y eso calma. Y la pacífica quietud es siempre la antesala de la ayuda.
El quehacer diario que llamamos vida se ha de sustentar en una verdad tan evidente como es una experiencia. No bastan los argumentos lógicos o los razonamientos.
Hace falta una solidez roqueña donde fundamentar la construcción del edificio de la existencia.
Jesús dirá que esa roca es lo dado por el Padre a Pedro. Aunque el pescador, más tarde, y en momentos decisivos, desechara ese apoyo.
¿Qué fue lo revelado? Que el hacer y decir de Jesús es la forma práctica de vivir según el Cristo. Que el Maestro está de tal manera en la Verdad, que es el Camino.
No es la recuperación de su suegra enfebrecida, ni el testimonio de otras muchas curaciones, lo que empuja al discípulo galileo a su famosa confesión en Cesárea, como si fuera obligada conclusión.
A diario somos testigos inconscientes de las maravillas que conforman “la gloria de Dios”. Y eso no basta para sentirnos en sendero firme y con segura orientación.
Es preciso algo más mucho más importante:
El reconocer que la totalidad del Bien y sus imperiosas consecuencias son la Verdad única y absoluta. Y no por un proceso mental cualquiera, sino desde la luminosa comprensión de la Mente.
Porque nada se puede sin Dios, y Todo sólo con Él.

Esta es la gracia por excelencia: Sentir la prueba incontestable de la Verdad desde la única Mente.

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