Es una acción cansada, inútil y frustrante .
Como ir en un tren con el temor de no llegar a tiempo.
Y con todo nuestro cuerpo hacia adelante y en tensión.
Como pretendiendo ayudar a un aumento de velocidad.
Igual ocurre con nuestra existencia.
"¿Quién, por mucho que se afane, podrá añadir un codo a su estatura?" (Mateo 6:27)
"¿Quién, por mucho que se afane, podrá añadir un codo a su estatura?" (Mateo 6:27)
Hacer la voluntad propia es esfuerzo estéril.
Aunque a veces parezca que lo conseguimos.
Porque afortunadamente sólo sucede la Voluntad del Uno.
Siempre buena.
Y que ya es.
No hay que ayudarla, sino fluir con Ella.
En dulce y alegre confianza, reconociendo que lo que no es, ni será con nuestro intento, ni conviene que sea.
Y siendo consciente de que el Bien no sólo será, sino que ya es aquí y ahora, y en todos.
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