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viernes, 7 de julio de 2017

REVELANDO NEGATIVOS


Tengo que "construir" mi identidad espiritual verdadera.
Mejor diría "descubrirla". Puesto que Dios la creó "ab aeterno" y permanece intacta.
Tengo que situarla y definirla.
El fundamento sobre lo que se apoya y descansa es la "totalidad, unicidad y exclusividad" de Dios.
Ahora mismo lo único que está ocurriendo y nada más sucede, es el Bien infinito: el Bien actuando benéficamente.
Todo lo otro que se experimente y que no es eso, sólo es "ilusión", producto de la nada por muy sugestiva que se presente.
Así que cuando se me presentan pensamientos, y sentimientos derivados, de culpabilidad, preocupación, envidia, cansancio, temor... todos pertenecen a la categoría de sueños inexistentes. Generan su falsa y mortal actividad en la nada. Allí tienen su causa, sus leyes, sus efectos. Pero en ese lugar no tienen solución.
Hay que situarse fuera, es decir, "dentro" del Bien para no saber, ni sufrir, y sí disolver las discordancias del error.
Nadie está en la Nada. Aunque se me presenten gimiendo dolorosamente. Si yo los capto así es porque me identifico con una mente o conciencia mortal que es su creador, legislador, fuerza y sustancia.
Ahora mismo en lo que puedo llamar "mi humanidad" estoy en el lado verdadero cuando percibo "todo eso" como error. Cuando lo considero como "verdadero" y sufro, me preocupo o culpabilizo por ello, es porque he "caído" en el lado de la nada.
Debo ser consciente en todo momento de la Verdad que es el Bien. Esa consciencia constituye mi vida, mi alegría, mi fuerza, mi seguro, mi ser.
Debo identificar cada acontecimiento, persona o situación. Etiquetarla correctamente, ya sea como error o gozarla como realidad.
Comenzaré por lo que se refiere a mí mismo.
Soy el hijo muy amado, la alegría de Dios, su imagen y semejanza. El amado de Dios. Aunque pueda parecer el egoísta, envidioso, ambicioso, vanidoso, cobarde, doble, lujurioso, goloso, depravado, mentiroso, vago, incapaz, enfermo, criticón, débil... incrédulo, con voluntad propia.
Mientras no reconozca lo primero como Verdad y todo lo otro como error, seguiré desterrado en la Nada.
Y desde allí ni soy útil para mí ni para nadie.
Lo segundo no es, porque Dios nunca creó "algo" así. No tiene existencia, ni historia, ni ley, poder, ni causa ni efecto.
Lo primero es la Verdad. Y es donde tengo que estar, hasta empaparme, enterrando al hombre viejo y sacando a luz la novedad del auténtico. 

Porque no soy el negativo, el reverso de mi propia identidad, sino la imagen multicolor, armoniosa y perfecta del Ser único.

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