Se cuenta que en cierta ocasión una novicia preguntó a Teresa de Ávila:
-Madre Teresa, ¿qué me falta para ser santa?
Y Teresa respondió de inmediato: ¿Faltarte? Nada. ¿Sobrarte? Mucho.
También la humanidad se plantea con frecuencia cuestiones similares. ¿Qué se necesita para alcanzar la perfección? ¿Para sanar tal creencia de enfermedad? ¿Para superar este conflicto? ¿Para enfrentar los problemas?
Y habría que dar respuestas parecidas, nacidas de una probada convicción. La misma que hizo escribir a Teresa lo siguiente:
Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta.
Otra mujer, Mary Baker Eddy, concluiría tres siglos
más tarde: "La profundidad, anchura, altura, poder, majestad y gloria
del Amor infinito llenan todo el espacio. ¡Eso es suficiente!" (Ciencia y
Salud 520:2-4).
Y es que para conseguir la armoniosa y magnífica escultura de Moisés, Miguel Ángel no necesitó añadir nada al bloque de mármol. Sólo tuvo que quitar lo que sobraba, guiándose de la imagen perfecta que mantenía en su conciencia.
Así hemos de actuar. Con la eficiencia práctica de ser consciente de la imagen que está en la Mente. Y arrojando después a la basura de la nada, lo que en verdad es sólo nada.
Y es que para conseguir la armoniosa y magnífica escultura de Moisés, Miguel Ángel no necesitó añadir nada al bloque de mármol. Sólo tuvo que quitar lo que sobraba, guiándose de la imagen perfecta que mantenía en su conciencia.
Así hemos de actuar. Con la eficiencia práctica de ser consciente de la imagen que está en la Mente. Y arrojando después a la basura de la nada, lo que en verdad es sólo nada.
0 comentarios:
Publicar un comentario