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jueves, 30 de marzo de 2017

FELIZ ETERNIDAD


Se sabe que el tiempo es una "creación" de la mente mortal.
 Pero resultaría práctico profundizar algo más.
 Frente a "elaborados" de idéntica procedencia, como la enfermedad, muchos reaccionan correctamente al etiquetarlos como ilusiones, hipnotismo o error.
 Sin embargo, el tiempo se asume con naturalidad. Como algo normal. Como si perteneciera a nuestra más profunda identidad.
 Jalonamos nuestro vivir con fechas.
 Y la de nacimiento no sólo figura en nuestros pasaportes, libros de familia o documentos personales. La convertimos en parte importantísima de nosotros mismos. Por ella nos distinguimos en jóvenes, adultos o ancianos, Y clasificamos trabajos, ocupaciones, diversiones, modas... como propias de unos o de otros.
 El tiempo establece muchos evidentes límites en nuestro quehacer. Pero todavía más, teje una agobiante e influyente red desde la invisibilidad.
 Para la mayoría el tiempo es una cárcel dorada o férrea. Tan familiar que casi nadie siente la tentación de escapar.
 Y así recuerdo a "Coco", el pajarito al que mi esposa Laly y yo liberamos de su jaula. Para devolverlo a ella más tarde porque no sabía vivir sin rejas.
 El tiempo nos materializa; "el tiempo es oro". Nos agobia al incorporar la muerte a lo que llamamos vida, sin advertir siquiera la existencial contradicción. Porque no puede haber luz y oscuridad simultáneamente.
 El tiempo atenta contra la armonía al secuenciar enfermedades: a tal edad, tal achaque.
 El tiempo es un intruso "caballo de Troya" introducido en nuestra cotidianeidad: cumpleaños, aniversarios, fiestas de "año nuevo"... . Permanece asentado cómodamente en nuestra experiencia.
 Pero si queremos vivir despiertos hay que expulsarlo de nuestra conciencia.
 Lo nuestro es la "eternidad" donde no hay principio ni fin. Donde siempre es la felicidad.
 Donde nada es antiguo o anticuado, sino siempre nuevo, por estrenar.
 La eternidad es parte de la Verdad. Y como tal, el ser consciente del "forever" es una gran ayuda para situarnos en la auténtica libertad.
 ¡Feliz Eternidad!

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