Al acabar la proyección del film sobre
su vida, alguien le dijo a Colette: “Por lo visto en la película,
parece que fue una niña inmensamente feliz.”
“Sí, eso parece. ¡Lástima que no me
di cuenta a tiempo!” -fue la
respuesta de la famosa autora de Gigi.
Y es que la inconsciencia, el no
"darse cuenta", priva del disfrute de la vida.
El espectáculo puede ser maravilloso,
pero el sopor nos convierte en ausentes de tanta belleza.
Ese estar alerta es condición para el
gozo de la realidad.
En inglés, el verbo que describe la
actitud del estar consciente, -realize- incluye "real" como raíz.
Como si el “darse cuenta” revelara la
realidad. Porque sólo la captamos cuando estamos despiertos. O mejor
dicho, sólo al experimentar la armonía de lo que es y está sucediendo
siempre, podemos asegurar que estamos despiertos y no dormidos o
hipnotizados (1).
Encadeno estas reflexiones a propósito
de la frase que resuena en estas fechas desde la oscuridad iluminada de
la primera Navidad.
"Gloría a Dios en las alturas y paz a
los hombres que ama el Señor".
Las primeras palabras aportan un mensaje
claro:
Como mejor se aprecian las
maravillosas manifestaciones de Dios es elevándose por encima de
escenarios finitos.
“Paz a los hombres que ama el Señor”
traducción mejorada de “Paz a los hombres de buena voluntad” traiciona
todavía mucho el mensaje.
Paz o Shalom es el saludo por excelencia
de los pueblos semitas y que Jesús adaptó a la general situación de la
humanidad con el alentador “No temáis”.
Paz –ausencia de temor- es la
consecuencia de sentirse amado.
Y hablé de traición porque “a los
hombres que ama el Señor” imprime una restricción en lo que por esencia
es infinito. Limita al Amor.
Dios no ama sólo a unos pocos. El Amor
es universal.
Lo registrado en el evangelio de Lucas
significa algo muy diferente: “Aquellos que se dan cuenta que Dios los
ama sentirán la paz”.
La paz es para todos.
Pero hay que darse cuenta.
Para experimentar el Bien, en donde
estamos y somos siempre, no hay que merecerlo con esfuerzos personales.
Sólo hay que “darse cuenta”.
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(1) la traducción griega de sueño es hipnos.
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