Me has escrito asustada. Dices que pronto van a
demoler tu casa. Está casi en ruinas.
Y te preguntas angustiada ¿Qué va a ser
de mí?
Tu relato me empuja a una reflexión de urgencia.
Cuando el hombre se alimenta del árbol del “bien y del
mal” se le trastorna la visión.
Ya no ve todo bueno, como Dios mismo lo ve. Se siente
desnudo y avergonzado.
En realidad el árbol prohibido, pese a su nombre
ambivalente, sólo produce lo malo.
Porque el bien que convive con el mal, sólo puede ser
limitado.
Y le ocurre lo que a la verdad. Ésta, cuando lo es a
medias o chiquita, sólo es una mentira.
El que prueba esos frutos siempre acaba ocultándose de
Dios, la única realidad..
Y sordo a su llamada, incluso puede pensar que Dios no
exista. Al menos para él.
Pero Dios nunca rompe su comunicación. Llama y llama.
Su reclamo comienza con una pregunta.
“¿Dónde estás?”(1)
La respuesta constituirá un punto de partida, una toma
de conciencia.
Cuando no nos sentimos en paz, en armonía… -es decir,
cuando no experimentamos a Dios- estamos en la nada cuya más fiel
representación es el caos.
Y entonces nos creemos pobres, en peligro,
desahuciados, arruinados, en soledad, accidentados, enfermos o
moribundos… Pero sólo estamos escondidos de Dios, aunque no para Él.
“¿Dónde estás?”
Nunca en casa ruinosa, jamás sin medios ni protección.
La respuesta real es: Siempre en Dios, en la
abundancia, en la seguridad, en el bienestar del Amor infinito, en el gozo del
Bien.(2)
Y de donde nadie ni nada nos podrá sacar jamás. Ni la
fuerza, las autoridades de este mundo, ni el odio, ni deudas o decretos
de embargo, ni tampoco la muerte. Porque somos los huéspedes de Dios. (3)
Y fuera del Señor, nada existe donde el hombre pueda
estar, aunque así lo piense al intentar esconderse como un loco.
La Mente es nuestro confortable hogar. Los
pensamientos de Dios, nuestro nido acogedor. Y las ideas que vienen del
que es el AMOR constituyen nuestra provisión y nuestra seguridad. (4)
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(1) Génesis 3:9
(2) Hechos 17:28
(3) Ciencia y Salud 254:32-33
"Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el
huésped de Dios".
(4) Escritos Misceláneos 307:1-9 Dios os da Sus ideas espirituales, y
ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana;
es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis,
jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis. ¡Qué gloriosa
herencia se nos da mediante la comprensión del Amor omnipresente! Más no
podemos pedir; más no podemos desear; más no podemos tener. Esta dulce
seguridad es el "Calla, enmudece" para todo temor humano, para el
sufrimiento de toda clase.
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