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martes, 7 de marzo de 2017

En el día de la mujer trabajadora. "NO HAY HOMBRE NI MUJER; PORQUE SOIS UNO EN EL CRISTO"


Hoy se festeja el día de la mujer trabajadora con la carga reivindicativa de la igualdad de los sexos.
Esa jornada recuerda a  las 146 jóvenes, inmigrantes italianas y judías en su mayoría, calcinadas en el incendio de la fábrica Triangle de Nueva York en marzo de 1911.
Y conmemora también  la huelga por el "pan y la paz" de sus compañeras rusas que en 1917 consiguieron su derecho al voto.
 La lenta y dificultada ascensión hacia el disfrute de condiciones de vida mejores se acompaña siempre de lucha, dolor y muerte. El valor y la generosidad aparecen mezcladas con el odio y los enfrentamientos más feroces.
La plena instauración y  cumplimiento de los derechos declarados con solemnidad en anteriores centurias se experimenta como una empresa prometéica. Es decir, como algo a realizar de espaldas a la divinidad y en su contra. 
Según la mitología, Prometeo robó el fuego del Olimpo para beneficio de la humanidad y desobedeciendo la voluntad del Padre de los dioses. Así  la venganza divina cayó después terrible sobre el héroe y los hombres. 
Hoy parece lo mismo. Cada avance contabiliza innumerables pérdidas y cicatrices. Como muestra recordemos la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos de América.
Y hasta la ascensión de Obama a la presidencia de su país se ha recorrido un largo camino de linchamientos, abusos y crímenes.
Parece como si todo lo justo y bueno hubiese que conseguirlo a ejemplo del titán de la leyenda, luchando contra "elevados poderes".
Pero no tiene que ser así. Ese difícil combate es por olvidar que el hombre, tanto el varón como la mujer, en estrecha igualdad, es siempre bueno y señor de todo, como consta en la primera página del Génesis. Es Dios mismo, el Creador del universo, el que lo declara con autoridad.
Y Pablo, tiempo después de recobrar la luz de sus ojos, escribirá con rotundidad indiscutible: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo manifestado por Jesús" (Gálatas 3:28)
Y podríamos añadir ni legales, ni ilegales, ortodoxos y herejes, santos y pecadores amigos y enemigos, ateos o creyentes.... 
Sin la oscuridad, que produce un estar de espaldas al Cristo, a la Verdad, podemos anunciar con alegría: Sólo hay hijos perfectos de Dios.

Y cuando nos reconozcamos así, desde la luz que ninguno Prometeo tiene que robar  porque es dada como gracia, no habrá que luchar por los derechos. Sólo tendremos el deber de disfrutarlos. En el abrazo del Amor del que somos el reflejo.

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