Muchas veces al
recibir una llamada desesperada he envidiado sanamente al maestro Jesús.
El decía con
autoridad: “¡Niña! ¡Levántate! "(Marcos 5:41-42) Y la que yacía rígida y sin latido se
abrazaba a sus padres en un estallido de alegría y vida.
La palabra de
Jesús era tan operativa como la que resuena en la primera página del Génesis.
“¡Hágase la
Luz!"(Génesis 1:3 ”Y la oscuridad huía sin dejar ni una sombra como huella.
Jesús advirtió
que sólo hacía lo que veía hacer al Padre. También añadió que su sanadora
actividad estaba a nuestro alcance siempre que siguiéramos sus pasos. Incluso
cosas mayores podríamos realizar.
Mary Baker Eddy
lo recuerda con abundancia en sus escritos y con sus curaciones.
Debemos mejorar
nuestros tratamientos. La compasión lo exige. Constituye hoy la garantía del
mensaje del Cristo.
Un querido
practicista me repetía en mis primeros pasos por este camino: “Al error,
háblele con autoridad. Ni suplique, ni pida. Le manda con autoridad.”
¿Y cómo
hacerlo?
-“Revístase
del Cristo”.
Entonces no
entendía mucho.
Sólo ahora,
después de algún tiempo, creo haber encontrado una respuesta práctica en estos
versículos de Jeremías.
“Si
te conviertes, yo te restauraré y estarás delante de mí;
y si
separas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. ¡Conviértanse ellos a ti, mas
tú no te conviertas a ellos!" (Jeremías 15:19)
Todo un
tesoro de inspiración en esta cita bíblica.
Porque la
profecía asegura que sí puedo ser la boca del Todopoderoso, del Amor, de Aquel
que es la Vida y el Principio de Todo.
En
definitiva, podré hablar palabras de autoridad.
Para ello
hay como tres condiciones.
La primera
es volverse a Dios. Todo lo demás ha de quedar a la espalda. Ya sean problemas,
preocupaciones, dudas, debilidad, miseria o enfermedad han de ser puestos al
margen.
Entonces me sentiré un hombre
nuevo. O lo que es lo mismo: dejaré atrás al hombre viejo o mortal que
equivocadamente creo ser.
Y mi identidad verdadera,
como imagen y semejanza divina, será restaurada. Y permaneceré ante Dios. Será
lo único a tener en cuenta. Sólo ser consciente de Él y de su manifestación
infinita.(Ciencia y Salud 468:11-12)
La segunda es hacer uso de la
Ciencia Cristiana separando lo verdadero de lo irreal.(Ciencia y Salud: 446:28-29) Se trata de usar el
aventador del que habla el Glosario de Ciencia y Salud al definir el término
AVENTADOR. Lo que separa a la fábula de la realidad; lo que da acción al
pensamiento.(Ciencia y Salud 586:8-9)
No puedo considerar como
igualmente verdadero a lo bueno y a lo malo. No puedo prestarle atención al mal
en sus diferentes apariencias. Sólo el Bien es real.
Estoy seguro que es a eso a
lo que se referiría mi practicista con su recomendación de “revestirse del
Cristo”.
Es mucho más que un colocarse
por fuera una vestidura sagrada. Se trata de “ser uno” con ese reflejo perfecto
de la Mente divina que es el Cristo. No tener otro sentir.(Filipenses 2:5)
El profeta añade una nueva
condición. No podemos ser convencidos por el error. Sino que la falsa sugestión
que el mundo llama realidad debe desaparecer al ser enfrentada a la Verdad
declarada “con oportunidad o sin ella”.(2ª Timoteo 4:2). Es decir, siempre.
Agradezco al profeta su
claridad. Porque si me atengo a su recomendación, seré la boca de Dios.
Así podré llevar la luz al
caos y sentenciar luego que el universo es bueno, que “Todo está Bien."(Himno 350 del Himnario de la Ciencia Cristiana.)
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