Viajábamos de Rosario a
Bariloche. En los asientos de delante,
una madre con su hijita.
Al mediodía nos sirvieron milanesa y puré de papas.
Pronto oí
el grito repetido del
bebé:
“¡Yo!,
¡yo sola!
¡Yo!,
¡yo sola!”
Y al
rato,
el puré se convirtió en omnipresente. En el techo del autobús, en el
rostro de la mamá…
La ocurrencia de la pequeña me encendió una lucecita.
No sólo a los niños. Sino también a los adultos nos
ocurre siempre
igual.
Cuando pretendo
actuar en solitario:
Ni aprovecho
lo que se
me
ha dado y encima estropeo
todo lo que está a
mi
alcance.
Si hubiera permitido que la alimentaran,
o su mano se
hubiera dejado llevar con docilidad por la de su madre,
todo hubiera sido
distinto.
Pero, ¿es diferente mi actitud?
¿Qué causó el desastre?
Subrayar el
"yo".
Y
¿cuál fue
su
consecuencia?
Ignorar
a los demás. “Yo, yo sola”.
Siempre que el
"yo"
sobresale y ocupa la escena, expulsa a los otros.
Y
sobre todo al Otro del que son reflejos.
Hay que actuar sobre ese
yo
siempre protagonista,
si
se
quiere
progreso sin “daños colaterales”.
La Sra. Eddy habla de inmolar el yo como el medio de
lograr todo lo bueno (1).
Ese “sacrificar el yo” me pareció como un suicidio, algo
antinatural. Pero hoy comprendo que es el “yo” lo que estropea todo lo
que toca y no sólo con “puré”.
No obstante el remedio se nos presenta “dramático”.
Porque no
se
profundizan
las palabras, es decir, en los pensamientos que ellas
manifiestan.
¿Qué significa “sacrificar”? Nada que se relacione con
muerte o sangre.
Ni con renuncia de la felicidad siempre deseada y
buscada.
La correcta traducción
es
“hacer o convertir algo en sagrado”.
Es trascender la apariencia y ver que el
"yo"
es siempre la manifestación del YO.
Como
un rayo de luz
refleja el Sol y su
existencia sólo es posible si se mantiene unido al
astro
fuente.
Inmolar el “yo”,
clave para
la eficacia de
la oración, la alerta y cualquier
benéfica
actividad, es relacionarlo con el YO.
Ese que la mayúscula entroniza es nuestra verdadera Vida.
Sacrificar el yo es lo que hace que nunca podamos sentir
o decir “Yo solo”.
Ya
que
siempre estamos unidos al YO SOY EL QUE SOY.
De
forma indisoluble
y
compartiendo todo lo que Él es.
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(1)
Ciencia y Salud 1:5-9
“La
oración, la vigilancia y el trabajo, combinados con la inmolación de sí
mismo, son los medios misericordiosos de Dios para lograr todo lo que se
ha hecho con éxito para la cristianización y la salud del género
humano.”
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