“No tengáis miedo rebañito, porque a vuestro Padre le ha
placido daros el Reino” (Lucas 12:32)
Jesús constata el miedo de sus estudiantes.
Es un ambiente generalizado que hace habitual el saludo
del Maestro: “No temáis”.
Ese es el punto de partida. Continuar con la
preocupación o el temor, bloquea cualquier desarrollo.
Este sentimiento no está justificado por ser pocos o no
tener... poder, entendimiento, o incluso fe débil (“¿Por qué teméis
hombres de poca fe?” –Mateo 8:26).
Jesús nos argumenta para disipar esa oscuridad
paralizante. Aporta "el por qué" no hay que estar atemorizado.
“A vuestro Padre le ha placido daros el Reino”.
El punto de apoyo es enterarse de la estrecha relación
con Dios. Tomar conciencia de la Paternidad divina y de la filiación del
hombre. “A vuestro Padre…”
Dios no ha premiado nuestros esfuerzos. Todo es un
regalo. Su motivo:“Porque sí”. Todo es consecuencia de Su voluntad. Él
siempre se da gratis.
¿Y el contenido de su gracia? El Reino.
Ceder al gobierno de los pensamientos divinos es la
solución para el miedo. Dejar la guía a las Ideas de Bien, surgidas del
Amor. Atenderlas, en vez de obsesionarnos con lo carente de existencia,
causa o poder, es la definitiva solución.
Ahí y sólo ahí, reside la salvación.
“Miradme (y a mis cosas), y seréis salvos, porque sólo yo
soy Dios” (Isaías 45:22)
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