Ser
consciente de la Verdad se manifiesta en esa alegría interna que no se puede
ocultar. El profeta del Consuelo, Isaías, nos lo recuerda con frecuencia.
Valga
una muestra: "Los liberados regresarán a la Casa de Dios (a la conciencia
divina) con alegría" (Isaías 35:10).
Y para Pablo es el mandamiento que conviene
repetir: “Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito: ¡Alegraos! (Filipenses
4:4).
Y como maniático del significado de las palabras, recuerdo que "alegría" proviene
de “alacer” que en latín significa animoso, lleno de vida y rápido.
Y “Leticia”, el otro vocablo que expresa lo mismo en castellano, para un romano significa riqueza y plenitud.
Así que el amanecer de hoy me sugiere que despertar
en Dios sólo es realmente posible en alegría.
Entusiasmado, lleno de vitalidad y sin
necesidad.
Porque tengo Todo.
Despertar de verdad es comenzar el día
rebozando gozo.
Por eso la alegría no es una virtud menor, sino muy importante.
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