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viernes, 3 de marzo de 2017

IMPOSIBLE SIN PERCHERO

  
-“¿Dónde pongo la bufanda?”
Y a la pregunta, vino la respuesta: “Cuélgala en el perchero”.
-“Es imposible. Ya no tenemos perchero”.
Ese intrascendente diálogo me proporcionó un práctico razonamiento.
Para estar, todo necesita un apoyo, un piso, un asidero. El presunto mal también.
Si llega a mí y no tiene creencia donde agarrarse, resbalará sin remedio.
Se impone, por tanto, el examen exhaustivo de todo lo que mantenemos como verdades.
Porque si recibo el pedido urgente de un paciente y continuo creyendo que el vecino es corrupto o malintencionado, la sugestión errónea ya tiene donde apoyarse. 
No importa que parezcan sin relación. Tampoco son idénticos el abrigo y el perchero que lo soporta.
Nada que huela a mal o a sus efectos puede quedar en mi conciencia. Permitiría la instalación de las ilusiones como si formaran parte de la realidad.
¿Pienso en climas adversos…? ¿Clasifico los alimentos como más o menos indigestos…? ¿Considero que existe lo feo, lo defectuoso…? ¿Almaceno tristes recuerdos?
Me he de entregar a una limpieza completa del pensamiento.
Incluso he de reescribir mi historia. Conservaré sólo lo “real”. No importa que al principio me quede como libro en blanco. Pronto la memoria se colmará de escenas brillantes, amorosas y alegres como un canto de gratitud. Antes no las percibía porque las ocultaba el velo de dolorosos ensueños.
Arrojar a la basura de la nada, todo lo que testimonie imperfección es glorificar a Dios.
Mantener aunque sea una insignificante fe en algo malo o con defecto, es confesar que Dios, el Bien infinito, no es Dios.
Y ¿cómo recurrir a Él si su divinidad está limitada?
Expulsar toda creencia en lo opuesto al Bien, por nimia que sea, es condición indispensable para la continua y completa protección.
Mary Baker Eddy lo dice  en expresión bella y absoluta: “Mantened la mente tan llena de Verdad y Amor que el pecado, la enfermedad y la muerte no puedan entrar en ella” (Miscelánea 210:1-3)   .
Y la declaración acaba con esta frase que me abraza fuerte a la auténtica “práctica”: “Y no sólo vosotros estáis a salvo, sino que todos aquellos en quienes reposan vuestros pensamientos también son por ello beneficiados” (Miscelánea 210:10-12).
Por eso, me esfuerzo para que en mí nada quede donde el mal se pueda asir.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Muy inspirado Don Pepe, muchas gracias por expresar tanta claridad 🙏