Una petición de ayuda nunca puede ser una alarma.
Ni una orden a batallar con creencias de mal embutidas en sus diferentes armaduras amenazadoras.
No importa como me llegue.
Si con acento angustioso o confiado.
Siempre, siempre, son llamadas a ser consciente de lo que está sucediendo eternamente. Invitaciones a gozar con el espectáculo del hacer de Dios.
Contemplar una vez que "cosas maravillosas continúan sucediendo" aquí y allí.
En el que me solicita y en mí.
Nunca una responsabilidad que pudiera acabar en culpa.
Sino el sonido armonioso de la campana que me despierta, una vez más, a la Vida.
viernes, 3 de marzo de 2017
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