Con Dios no hay futuro. No intento
desalentar con la frase. Ni es una provocación. Sólo afirmo la Verdad.
En la conjugación de Dios no existen pretéritos ni pluscuamperfectos,
ni futuros imperfectos o perfectos. Con Dios no hay porvenir ni tampoco
pasado. Todo es presente. Un continuo y rico presente.
Lo que llamamos curación no tiene
que esperar a un mañana. Todo lo real, todo lo que es divino sucede
ahora.
El “tiempo de Dios” se llama HOY.
Nunca hemos perdido una oportunidad.
No quedó enterrada en el ayer. El regalo de Dios siempre está disponible
HOY.
Nunca habrá solución para esto o
aquello en el futuro, porque todo ESTÁ resuelto ahora.
El “Todos serán enseñados”
inspirador de tanta esperanza, encierra, a mi parecer, un error de
traducción. Corregido debe decir: “Todos somos enseñados”.
Estamos siendo instruidos en este preciso momento que yo escribo y
cuando tú lees. La dos acciones pueden parecer distantes en horas,
días o incluso años, y sin embargo, ante la Mente, están ocurriendo a la vez.
Es falso que seamos imperfectos en
el HOY, y sólo después de un proceso –breve o largo-, se llegará a la
perfección. La Verdad es que ya somos perfectos. Ni en un segundo
podemos retrasar el disfrute de esa realidad. El gozo es ya. Sólo el
sueño nos recluye en la ignorancia de tanta felicidad. HOY te
puedes despertar. Ahora podemos gozar con que nuestra Mente siempre es
consciente.
Nada tenemos que construir. El
resultado siempre sería un Babel inacabado.
Pero el Padre ya lo hace todo. “Si
Dios no construye la Casa, en vano se afanan los albañiles”.
Con Dios no hay futuro. Porque
todo es Presente. Es el
Todo. Nada hay que esperar HOY. El pasado se disolvió. Y no se necesita un porvenir
porque Dios es nuestro Presente.
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