Si lo piensas, esta vida no
tiene sentido.
No es infrecuente escuchar esta
queja o parecidas.
Pero, ¿a qué se refieren?
Es obvio que a la existencia que
cada cual está experimentando. A un estar en el tiempo, ansiosos por
alcanzar aquello que cuando se consigue, temprano o tarde, siempre
defrauda. A menos que no se recurra a la anestesia de una inconsciencia
alienante.
No te afanes por nada. De todo
te cansarás, me advertía alguien cargado de
años y de experiencias. Un hombre de mundo y que “había vivido
mucho” en opinión de sus vecinos.
Pero de gran “vividor” había pasado
sin saberlo a desencantado seguidor del autor del Eclesiastés. Estoy
seguro que de conocer ese libro hubiera firmado sin dudar sus primeras
palabras: “Vanidad de vanidades; ilusión de ilusiones, todo es puro
vacío. ¿Qué saca el hombre de su trabajo de cada día?”(Eclesiastés 1:2-3)
¿Para qué vivimos? ¿Para qué
trabajamos, luchamos? Lo que se paga en esfuerzo, miedo y
preocupaciones -cuando no en sufrimiento-, al final se descubre que no
valía tanto.
Estas cursivas que destilan
pesimismo en cada sílaba, ¿se están refiriendo a la Vida?
Ciertamente no, porque el que se
expresa de este modo sólo confiesa su confusión acerca de la Vida.
Están hablando de una ilusión
producto de una mente sin esencia. Una locura de gozos y sufrimientos. Y
a menudo, más de los últimos.
Y es lógico que lo que carece de
entidad, y es nada, no tenga sentido.
Pero la Vida sí lo tiene. Porque la
Vida es Dios.
Y vivir es manifestar al Principio
de Todo.
No es luchar por tener o
experimentar un máximo de amor, felicidad, abundancia, paz, seguridad.
Vivir como hombre es ser consciente
de la creación siempre perfecta de Dios.
Vivir es estar tan en lo íntimo,
que sólo se es consciente de lo real. Es decir, de lo infinito,
ilimitado, de lo por siempre bueno.
Vivir es sabernos tan imagen de la
Vida que al sentirnos en la luz no nos detengamos en las sombras
falsamente atractivas de la oscuridad ni nos asustemos con las horribles
monstruosidades que las tinieblas pretenden hacer reales.
Vivir es saber (“saborear”) que
aunque por tiempos parezcamos ciegos, lo verdadero es la maravillosa
creación de la Mente que el Amor hace vibrar sin fatiga en una felicidad
siempre nueva.
Vivir es ser inocente alegría, amor
y uno en Todo desde el eterno asombro.
Los sentidos en los que la
humanidad se apoya ni tienen ni pueden dar vida.
Pero la Vida, que ya somos, sí tiene sentido.
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