El joven compartía como enfrentarse al caudal de noticias con que nos desayunamos a diario.
"Me acerco a ellas después de ordenar mis pensamientos.
Es mi modo de orar.
Apoyarme en los pensamientos eternos de Dios.
Aquellos que nada los modifica.
Y así las noticias no me cambian.
Sino influyo en ellas al contemplar la inalterable realidad que esas horribles informaciones pretenden nublar y hasta ocultar."
Y yo añado algo más.
No sólo tientan los telediarios, las primeras páginas de la prensa o los titulares del Internet.
Durante el día la familia, los amigos, el entorno en general e incluso uno mismo pasamos revista a un ingente cúmulo de desarmonías.
Por eso conviene acometer la jornada después de una concienzuda revisión de nuestro pensar.
Y así "la nada de fuera" no condicionará nuestro "dentro".
Sino que éste iluminará lo que aparece como un tiempo amenazante.
miércoles, 21 de junio de 2017
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