“¿Está
alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y
oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración
de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”(Santiago 5:14, 15).
Este antiguo texto
siempre me ha parecido una respuesta al mandato de Jesús a sus
estudiantes: “Sanad
a los enfermos, resucitad a los muertos…”(Mateo 10:8)
Pero siempre me rondaron dos cuestiones a las
que a su tiempo fui encontrando explicación.
La primera se refiere a aquellos que han de
orar para que el enfermo encuentre “solución”. ¿Han de ser personas
entradas en años? ¿Un funcionario eclesiástico especial?...
“Anciano” no es un calificativo limitado a la
vejez. Más bien se refiere al que va delante del resto. Ya sea en años,
dignidad, autoridad o experiencia…
La partícula “anti” que al pasar al
castellano se convertirá en “anci”, denota esa característica de
“precedencia”. Y la terminación “ano” nada tiene que ver con “años” sino
que es el sufijo propio de muchos adjetivos latinos.
Un anciano es alguien que puede ejercer un
liderazgo oficial o práctico en razón de su sabiduría.
Entonces, podríamos leer: “Si hay algún
enfermo entre vosotros llamad al experimentado en orar, es decir,
en escuchar la Palabra de Dios: “Todo está bien”.(Traducción libre de Génesis 1:25 y 31.
Pero el segundo interrogante me resultó más
misterioso.
“Ungiéndolo con aceite en el nombre del
Señor”.
¿Tiene el “aceite”, en cuanto elemento
material, propiedades medicinales? No iba eso en contra de la práctica
del Maestro.
Y una cita de Ciencia y Salud me despejó la
incógnita.
“Jesús veía en la
Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y
pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía
la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre
sanaba a los enfermos”(Ciencia y Salud 476:34-4).
Jesús, en su visión,
ungía al mortal. Lo elevaba a la real condición de ser la imagen de
Dios. Ungir con aceite era el ritual por el que se manifestaba que éste
o aquel se constituía en “rey”. Por esa acción simbólica se declaraba
que ese hombre tenía dominio sobre todo, otorgado por el Creador al
constituirlo en su imagen y semejanza.
“Ungirlo con aceite en
el nombre del señor” es no considerarlo un mortal enfermo, sino el
hombre perfecto, certificado como bueno por el mismo Dios.
“Y la oración de fe”… Se
trata de escuchar a Dios que sólo habla de bien “porque es muy limpio de
ojos para ver el mal”. (Habacuc 1:13)Y creer Su Palabra.
Entonces el hombre se
levantará, se elevará sobre toda limitación. Cuando se acepte con fe lo
que Dios nos comunica de continuo.
A todo lo expuesto, me
aporta mucha luz, el encuentro de la Sra. Eddy con alguien a quien sanó
de una profunda y violenta demencia.
Éste dice: “Se
acuerda, Sra. Eddy, cuando me senté a sus pies, y usted jugueteó con mi
cabello? Yo le pregunté qué estaba haciendo y usted me dijo “Estoy
untando tu cabello con aceite”….
Entonces me acordé que cuando él cayó ante mí,
yo extendí mi mano para bendecirlo. Le toqué la cabeza y él dijo: “¿Qué
está haciendo?” Yo le respondí: “Ungiendo tu cabeza como aceite” Yo me
refería a lo que había dicho David: “Él ungió mi cabeza con aceite, para
que mi copa esté rebosando” (Salmo 23:5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.)Yo
me refería a la unción de la Verdad…("Una vida consagrada a la curación cristiana", p. 68. Historia de la Iglesia Documento A10088.)
Mary Baker Eddy, como Jesús, revestía con la túnica
inconsútil de la Verdad al que la mente
mortal presentaba como un pobre enfermo, .
Y eso es “ungir con aceite”. Algo que sólo se puede
hacer después de haber escuchado lo que siempre la Mente nos enseña a todos. (Isaías 54:13 “Todos tus hijos serán enseñados por el Señor”)
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