Me
gustan los regalos.
Los que son gratuitos.
Porque algunos sólo son
compensaciones por lo que uno hizo. Son pagos, retribuciones. No regalos.
Los
auténticos nada tienen que ver con el mérito.
Descubro
hoy, que siempre, desde niño hasta este presente, amanezco con la
esperanza de una sorpresa agradable.
Por
eso me encanta la promesa que anuncia Pablo:
“Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó… son las que Dios ha preparado para los que le aman”(1).
Pero
hay que precisar.
¿Quiénes
son los beneficiarios?
“…los
que le aman” es una pobre y equívoca
versión.
La
traducción correcta: “los conscientes de ser amados”.
Porque
“el darse cuenta” es la cualidad de los “despiertos”.
La
misma que los “durmientes” poseen inactiva, presa de sueños y pesadillas.
El
consciente es el único que ve. El inconsciente sólo puede soñar.
Entonces,
¿quiénes son los inmediatos destinatarios?
Sin
duda alguna: los que escuchan “Tú eres mi hijo muy amado” y se lo creen. (Como
le sucedió a Jesús).
Y ¿cuál
es el regalo dispuesto para los que se reconocen infinitamente queridos?
Lo
IMPOSIBLE de captar para los sentidos físicos: El Amor infinito como Todo.
Aceptar
que esa es la Verdad (“creer”) ilumina la oscuridad.
Aunque
las sombras sigan presentando sordos, leprosos, tullidos, violentos, corruptos,
arruinados… sólo se es consciente de la divina manifestación infinita.
Ese
es el Todo de la existencia, la Meta del Camino. El sentirse seguro, envuelto,
abrazado por el Omnipresente. Ser parte de la fiesta eterna. Nunca fuera
en una vacía e inexistente Nada.
Pero,
¡qué difícil sentirse amado! Me lo he dicho muchas veces.
Y es
que “aquí” experimentamos por los sentidos. Y ni el ojo ve… ni el oído oye… al
Amor.
Podríamos
decir con Pablo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?”(2).
¿Quién puede corregir a mis sentidos?
El
mismo apóstol nos indica la salida a este laberinto. “¡Gracias a Dios! La
respuesta es Cristo. Y así aunque con la carne sirvo al pecado, con la mente
sirvo a Dios.(3)
Con
la única mente es como me alineo con el Espíritu. Los pensamientos son los que
conforman el sentir. Por eso Pablo recomienda que sólo alberguemos imágenes de
lo bueno para experimentar el bien.
“La
respuesta es Cristo”.
Ceder
a la Palabra...
Aceptar
como lo único “real” el pensar de la Mente nos hará sentir “aquí”
el Amor, Dios.
Lo
que por sentencia divina, irremediablemente,
sentiremos cuando despertemos al único y eterno Día.
(1) 1 Corintios 2:9 (2) Romanos 7:24 (3)Romanos 7:25.
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