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sábado, 24 de junio de 2017

NO TENDRÁS OTROS DIOSES


Frente al mandamiento fundamental, quizás algunos piensen en “becerros de oro”, en divinidades extranjeras sedientas de sangre o en ídolos primitivos de prehistóricas culturas. Puede que otros interpreten “dioses” por “poderes” y así entiendan que no hay que apoyarse en el dinero, en el prestigio, en lo que da placer y en otros objetos de deseo.
No tener otros dioses también es igual a no adorar nada fuera de Dios. Es decir (ad-orar) no “escuchar” (orar) en otra dirección (ad). Es no tener más guía, realidad o soporte que Dios. No considerar la existencia  o entidad de nadie más, distinto a Dios.
Pero el mandamiento ahonda más. Podemos haber dado la espalda a todos los dioses y conservar el que nos aparta más de la Verdad.
¿Cuál? La “persona” que creemos ser. Y se puede argumentar: “Pero yo no me considero separado de Dios”. “Yo me siento unido a Dios”.
La cuestión no es unir dos entidades diferentes: Dios y lo que llamamos “yo”. Es no considerarnos un “yo” sino la expresión individual del Yo soy quien soy.
Somos la imagen de Dios no una persona distinta. Pero ¡qué fácil es convertir el éidolon griego (imagen) en un nuevo y más destructor “ídolo”.
Por eso la Ciencia Cristiana se distingue por su insistencia en lo impersonal.
No existe ninguna personalidad o “yo”. Sólo Dios expresándose.
La personalidad es el mentiroso disfraz de limitaciones con que el filtro de la mente mortal pretende revestir cada individual manifestación de Dios, presentándola como separada y como otro “Yo” o “ídolo”. Es la máscara con que el individuo se disfrazaba para representar un papel, una ficción, en el teatro. Y de tanto “vivir” lo que no se es, uno puede llegar a confundirse sobre su verdadera identidad.
Somos imágenes, reflejos, pero no “ídolos”.
NO TENDRÁS OTROS DIOSES nos lleva a reconocer la totalidad y unicidad de Dios a la vez que nos reconcilia con lo que somos.
Todo esto me trae dos conclusiones a cual más práctica:
1º No nos equivoquemos. "Relacionarse" no es tratar con personas, sino  reconocer a Dios en cada manifestación individual.

2º En la llamada “curación espiritual no hay personalidad a tratar, sino un único Dios perfecto a quien, con gozo, descubrir.

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