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martes, 20 de junio de 2017

¿VIVO EN LA TIERRA MEDIA?


Papá”, oí a un pequeño a la salida del cine, “¿Dónde está la Tierra Media? ¿Aquí o en África?
La respuesta fue contundente.
Ni aquí ni en ningún sitio Todo lo que hemos visto es pura fantasía. La historia de “El Señor de los anillos” es una invención, nunca ha ocurrido”.
Después visité a unos amigos estudiantes de la Ciencia Cristiana. Cuando estaba para irme, ella me relató la última conversación con un compañero de trabajo, muy bueno y devoto. Este hombre le habla una y otra vez acerca de las pruebas a las que Dios le somete casi a diario.
La finalidad del mal que Dios permite es para purificarnos”, suele afirmar con sufrida resignación.
En esa ocasión mi amiga se vio obligada a una amorosa corrección. “Fulano, estoy algo confusa. ¿Me quieres ayudar? ¿Recuerdas qué día de los siete del Génesis, Dios creó el mal?
No me contó la respuesta de su interlocutor porque éste se quedó pensativo.
Pero para ella es tan rotunda como la del papá a la cuestión sobre la fantástica creación de J. R. Tolkien.
Dios nunca creó el mal”.
Y habría que añadir: “Tampoco éste que te asusta. Porque también es una invención de la imaginación. Una ilusoria creación de la llamada mente mortal”.
Cada manifestación del mal en nuestro día a día se ha de etiquetar  de “fantasía”. Como algo que no está “ni aquí ni en ningún sitio”. Que no forma parte de la divina y única creación.
 Ya sea una catástrofe multitudinaria, el diagnóstico de una enfermedad, una condición dolorosa, el inquietante síntoma o una situación económicamente ruinosa, una aislante soledad o aparente carencia de afecto….
Nada que lleve el adjetivo de “malo” tiene sustancia donde apoyarse o calificar.Y aunque se presente como un poder máximo, como lo inevitable y la única y amenazante realidad.Porque gracias a nuestro Padre-Madre, está fuera de la Vida, de la Verdad y el Amor.Y si reside en alguna parte, será en otra especie de “Tierra Media”, pero nunca en Dios, donde siempre estamos, nos movemos y se encuentra nuestra auténtica identidad.

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