Con
hambre de la Verdad me han preguntado "qué es y cómo "orar.
Después
de redactar mi e-mail he pensado que la respuesta pudiera servir a
más de uno.
Por
eso me permito copiar algunos párrafos a continuación.
Orar
no es pedir, sino ponerse en sintonía con Dios. Recuerdo las viejas
radios de mi infancia y mi padre buscando la emisora con el dial en
un oleaje de interferencias y ruidos. Había que encontrar esa fina
línea libre de ruidos parasitarios donde poder escuchar los mensajes
de forma inteligible.
Orar
no es hablarle a Dios, informarle, sugerirle... sino escuchar su
palabra amorosa y hacedora de luz.
Orar
es como leer de nuevo la carta de amor que se recibió un día y que
al pasear los ojos por sus líneas, calienta el corazón una vez más,
y nos hace recobrar las fuerzas que parecían agotadas.
Orar
es, por tanto, no recibir nuevas revelaciones sino aceptar las que en
otra ocasión recibimos o se nos dejaron en los relatos bíblicos,
que como nos recuerda la página 497 de Ciencia y Salud son nuestra
guía suficiente para arribar a la vida de verdad, a la
auténtica.
Orar
es aceptar la totalidad del Bien y la inexistencia del mal (bajo
cualquier forma que se presente). Y aplicar esto de forma
práctica y constante en nuestra cotidianeidad.
Orar
es ocupar nuestra conciencia, verdadero timón de nuestro existir,
con los pensamientos de Dios y no con los que nos sugiere el mundo,
siempre aprisionados en imposibles.
En
la Ciencia Cristiana, nuestra oración tiene la posibilidad de ser
ayudada cada semana con las lecciones bíblicas que Mary B. Eddy
encargó confeccionar, bajo 26 tópicos, con textos de la Biblia y de
Ciencia y Salud que se repiten dos veces en el año.
Creo
que para empezar esta comunicación con Quien nos ama, esto puede ser
suficiente.
Y
algo muy importante:
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