Bodas, Novio, Espera, Retrasos, Aceite, Noche, Antorcha, Puerta, Sueño, Despertar, Anuncios. Muchachas solteras...
Son palabras, que después de meditada lectura, me revolotean como piezas
de un puzle singular.
Y comienzo la exégesis ordenando los elementos.
Encuentro unos personajes: el novio y las jóvenes divididas en dos
grupos.
Contemplo una acción desarrollada en un tiempo y a propósito de un
acontecimiento: la noche y las fiestas de bodas.
Y presencio perplejo el doble desenlace de una puerta abierta como
recompensa a una actuación correcta y de otra cerrada como censura de
una conducta errada.
Entrar lleva a las bodas: al disfrute de la UNIÓN.
Quedarse fuera indica SEPARACIÓN incluso con ruptura de
comunicación.
¿Cuál es la lección de este relato evangélico?
Todas esperan la llegada del novio. O lo que es lo mismo, según la Ciencia Cristiana: alcanzar la comprensión espiritual; la conciencia pura acerca de la
auténtica identidad del hombre como idea espiritual de Dios. (CyS 582:17)
Según el folklore palestino el novio siempre se retrasa por los arduos
regateos orientales acerca de la dote de la novia.
Estar en la creencia del tiempo (límites, en que están comprendidos
todos los actos, pensamientos, creencias, opiniones y conocimientos
humanos, materia; error ) (CyS 595:17) y con largas e inclementes esperas en la noche (tinieblas; duda; temor) (CyS 592:21) casi siempre lleva al sopor.
¿Es esa la conducta reprendida? Parece ser que
no. Porque todas dormitaron hasta recibir el anuncio. Sufrir
oscuridades, dudas, temor no constituyen culpa alguna.
Pero para seguir al novio, a la comprensión que llevará a la fiesta de
la unión –la única realidad- se necesita claridad. La luz de aquellas
antorchas que sólo arden empapadas en aceite (Consagración; amor;
dulzura; oración; inspiración celestial. CyS 592:25)
Y ésta es la enseñanza.
Todos esperamos conocer la realidad. No hay que construirla. Es desde
siempre.
Pero necesitamos provisión de algo que “se compra gratis” a cualquier
hora de la noche más oscura (Cf. Isaías 55:1 Dios da todo gratis. (En tiempos de Jesús las tiendas no cerraban hasta muy entrada la noche.):
el aceite que nos unge de amor y dulzura, (el que al orar abre los oídos
a la inspiración celestial). Un aceite que se nos regala, pero que es
intransferible.
Hay quienes se escandalizan del comportamiento de las “vírgenes
prudentes”. Pero sucede que este “aceite” no se puede compartir. Es
consecuencia de una actividad individual.
Explicar los componentes del agua no calma la sed del peregrino. Y el
saciarme yo, no sacia al que está a mi lado. Él también tiene que aceptar
que hay agua, abrir la boca y beber.
Para llegar al gozo de la UNIÓN no importa la noche. Sino aceptar el
ACEITE iluminador que se nos regala en cada ahora de oración confiada.
-- La sigla CyS corresponde a "Ciencia y Salud con clave de las Escrituras"
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