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sábado, 24 de junio de 2017

PARA CADA MAÑANA

En mi pueblo hay una fuente con doce caños.
Si tuviera que cortar el agua a todos los orificios ¿los cerraría uno a uno?
¿O cortaría tan solo la entrada general del suministro?
La respuesta es obvia.
Cada despertar nos encontramos con múltiples urgencias que “solucionar”: mundiales, próximos y propias. 
¿A cual acudo?
¿Qué hacer? 
¿Existe algo que esté fuera de Dios, que no sea su obra, que no tenga por misión reflejarlo?
Todo tiene un común y divino origen. No hay otro.

Por eso para despejar la atmósfera hipnótica con la que me saluda la mañana lo práctico es primero volverme a Dios. 
Sentirme sostenido en el Espíritu, sin peso de materia. Reconocer sólo un Principio de Bien y Orden, Sumergirme en la Vida de eterna armonía. Pensar los pensamientos de la Mente. Llenarme con el bello colorido del Alma. Exorcizar la presencia de cualquier miedo en el abrazo del Amor. Y comenzar libre mi andadura diaria, despierto a solo la Verdad.

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