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domingo, 18 de junio de 2017

PAZ INALTERABLE ANTE LA CIZAÑA


La paz junto a la sosegada alegría es el ámbito de la única Realidad.
Experimentar la inquietud, no ya el miedo, es señal de haber salido de la Verdad y entrado en el terreno de la ilusión.
La lectura de la parábola del trigo y la cizaña ( Mateo 13:24-30) me ha dejado este poso de firme estabilidad.
Pero en el relato hay mucho más. No tiene desperdicio.
La cizaña ocupa el escenario aprovechando la inconsciencia del hombre. Hace su aparición durante el sueño.
Mary Baker Eddy nos recordará: “Científicos Cristianos, sed una ley para con vosotros
mismos que la malapráctica mental no puede dañaros, ni dormidos ni despiertos”. (Ciencia y Salud 442:33)
Con esta recomendación concluye su capítulo sobre La Práctica, resaltando su importancia al colocarlo como último consejo.
La confusión hace presa en los trabajadores cuando descubren la cizaña.
La sorpresa se hace pregunta: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”. La pregunta de siempre: “¿Cuál es la causa del mal?” Cuestión absurda ya que sólo tiene causa aquello que posee existencia.
Pero, ¿cuándo se percibe la cizaña dentro del sueño?
Cuando brotó la hierba y dio fruto”.
Muchos se quejan que es cuando se han vuelto a Dios, cuando comienzan a sobrevenirle problemas y desafíos.
La respuesta a esa decepción es bien simple. Cuando no se tenía en cuenta la Verdad, era imposible discernir. Sólo cuando nos enmarcamos en blanco distinguimos lo negro. Antes todo era oscuridad y ceguera para percibir.
Los “sonámbulos” trabajadores (los que se mueven en el sueño), reaccionan  equivocados. No se trata de arrancar, luchar, fijarse o detenerse en la cizaña para vencerla.
El Padre, al que como hombre he de reflejar, actúa diferente.
Centra el fenómeno. Lo que está ocurriendo es producto del sueño.
No se altera. No se inquieta. Prescinde de la cizaña. La sitúa en su verdadera patria: la Nada.
En el transcurrir del tiempo sólo hay que esperar la hora de la cosecha, seguros y sin mancharnos con imágenes de malas hierbas.
El Padre ni duda. Sólo tiene un pensamiento: lo plantado por Él -el único que puede sembrar y siembra-, es semilla buena, de la mejor calidad.
Y cosecharemos cuando despertemos.
Entonces algo maravilloso sucederá al descubrir la impotencia de la cizaña, atada, y reducida a cenizas.
Contemplaremos libres en paz y con alegría, lo único que tiene existencia, el buen trigo del Bien.
Mientras cohabitemos con el pensamiento del mundo podemos ver cizaña por doquier. Pero no hay que alterarse. No hay que doblar la rodilla para ver cuál es su clase o cuan profunda es su raíz... 
Sino volver a la Verdad y a su paz:Sólo es lo sembrado por el Padre, lo bueno. Lo demás son nada, cenizas.

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