Me dijiste: “Oro y no consigo resultados”. Y a continuación
preguntaste “¿Qué estoy haciendo mal?”
Ese
interrogante está admitiendo
que hay alguien además de Dios, ya que Él nunca puede hacer mal.
La pregunta
da por supuesto que
con el Bien puede
coexistir, aunque sea
en algún “mítico” lugar, alguna clase de mal.
Y con esa creencia sólo es posible situarse en la tierra de error.
Pero sólo
hay UNO haciendo eternamente el Bien.
Sólo UNO siendo el Bien.
Y desde aquella posición equivocada de creer que haya alguien “haciendo”
por su cuenta (y que hace mal, y que incluso soy “yo”), es imposible ver
lo que ahora es: El Todo perfecto, manifestando a Dios perfecto.
Ciego para
lo anterior
es lógico que no detecte resultados. Porque miro desde ese sitio erróneo
llamado NADA.
Sin embargo Todo continua siendo armonioso, bueno, infinito y eterno.
En eso me tengo que alegrar. A eso me he de aferrar.
Porque no
hay que descender a la oscuridad para examinar resultados.
Todo está Bien desde el Principio y nunca cambió, porque el Ser es
inmutable.
Orar es admitir sólo la Verdad incontaminada.
La afirmación del Cristo es “Así en la tierra como en el cielo”. Y no al
revés. Y el Cielo es sinónimo de Perfección Eterna.
Afortunadamente “yo” nada he de conseguir.
Sólo conocer lo que el YO SOY es y refleja en todas las
individualidades que componen su infinita manifestación.
Somos imágenes de Dios, no creadores independientes.
Nuestro más importante esfuerzo es aceptar esta saludable y perenne
condición.
Ninguna “imperfecta” condición hay que cambiar. A ninguna hay que creer.
Ni darle carta de identidad o existencia.
Nada bueno hay que alcanzar.
Todo ya está hecho. Y en el reconocimiento (gratitud) de esa gloria,
descansar y gozarnos siempre.
1 comentarios:
Magnífico
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