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martes, 18 de abril de 2017

AMURALLAR LA ARMONÍA

Los problemas se crean cuando revestimos de realidad a la imperfección.
La que se nos comunica a diario a través de los sentidos.
Ya sea acerca de nosotros o de todos los otros, cercanos o lejanos.
Disolver eso con la ayuda de ideas metafísicas es chistoso además de inútil 
Cada vez que se me presenta lo no armonioso tengo la oportunidad de negar que  exista fuera de la nada.
Pero su aparición es más -y sobre todo- una invitación a desempolvar la convicción que fundamenta todo:
"Sólo es el bien infinito"
Y esto me resultará cada vez más  fácil si en mi conciencia no permito la permanencia de lo defectuoso ni  un segundo siquiera.
Y sin que me importe como de pequeño e inofensivo se presente.
Porque hacerle hueco en el pensamiento no sólo es aceptar la dualidad.
Es negar al Uno al mismo tiempo y como inevitable consecuencia.
Y así instalar aunque sea una mínima molécula de mal en mi concepción del Todo, es ocultarlo como un imposible por irresponsable negligencia.
 Por eso hay que sacarle brillo a nuestras convicciones y amurallar con ellas nuestra armonía.

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