Estabas indeciso. Incluso temeroso. Tenías que usar tu coche para viajar
a otra ciudad.
Las temperaturas habían descendido y se anunciaban fuertes heladas.
Me confiaste tu preocupación. -"Temo salirme de la carretera. Pero
por otra parte no puedo suspender la ida".
Y añadiste un ruego. -"Ayúdame con un pensamiento".
-"En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
(Hechos 17:28) El Espíritu es infinito y jamás nos podemos salir de Él."
Como
me llegó a la conciencia así se lo comuniqué.
Pero
este diálogo me llevó a reflexión.
Por mi misma experiencia, creo que muchos vivimos nuestros asuntos, el
quehacer de cada día, dentro de un marco muy difuminado o ambiguo. en
demasía
Declaramos que “Dios es Todo y su manifestación infinita”. Para luego
tratar el entorno y a nosotros mismos como “físicos”.
En lugar de “metafísicos”.
Es cierto
que cuando
esa indefinición se torna amenazante o dolorosa acudimos presurosos a
nuestros cuarteles espirituales, y desenfundamos nuestras declaraciones
y “tratamientos”.
Pero pasada la tormenta, vuelta a la rutina semi-inconsciente una vez
más.
La mudanza a lo eterno sobreviene cuando se otea el peligro o descargó
ya la tempestad. Pero retornamos casi siempre al escenario finito. Al
único lugar donde puede perpetuarse la desarmonía siempre material y lo
espiritual queda nublado.
Aunque no lo confesemos, ese terreno nos parece más cómodo y familiar,
que el abrazo protector y poderoso del Padre-Madre.
Pero ¡ojo!,
experimentamos conforme al pensamiento en que nos apoyamos y en la
conciencia en que descansemos. Según "estemos" en el error o en la
Verdad.
Por eso he de recordarme que el Espíritu es Todo. ¡SIEMPRE!
Nunca estoy en la materia, ni sometido a su ilusorio poder. En ningún
momento de mi existencia lo estuve ni lo estaré.
Jamás manejo por carreteras asfaltadas. Como tampoco viajo más allá de
Dios mismo.Porque Él es siempre el Camino.
“Andamos sobre fuerzas… que pertenecen por entero a la Mente divina,
que son inherentes a esa Mente, y así las restituye a su justo lugar y
clasificación.” (Ciencia y Salud 124:29-34)
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