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martes, 11 de abril de 2017

DESDE ARRIBA, SIEMPRE.


-“Leo y leo el libro para sanarme y no lo consigo”.
No me sorprende.
-“Se ora o  se lee para saber que estamos sanos. Nunca para sanar.
Por tanto, tu intención es errada. Cada línea leída sería un afirmar rotundo la existencia del supuesto problema”.
No intentamos alcanzar una cumbre.
Porque avanzar desde el error es misión imposible.
Desde allí los caminos sólo conducen a “ninguna parte”.
Hay que moverse en la Verdad.  Donde ya estamos.
Para sentirse en la cumbre hay que comenzar desde arriba.
Nunca desde abajo. Ahí sólo estamos en el sueño.
Arriba es nuestro hogar. El que pese a las apariencias nunca abandonamos.
Lo bueno, el Cielo, no hay que construirlo ni alcanzarlo. Ya es desde la eternidad. Y es lo único en su infinitud. En ningún otro lugar podemos estar o ser, aunque los delirios sugieran diferente.
Todo lo recto y bueno que deseamos ya lo tenemos.
Me añadiste: -“Quisiera cambiar mi vida”.
Y yo pensé: Por fortuna (más bien, por gracia) eso es imposible.
Sólo hay  una Vida. Que también es mi vida. Nunca alterada, manchada, mutilada o herida. Siempre intacta, perfecta e inmutable. Nada ni nadie la puede cambiar.
No se trata de escalar el Cielo, de llegar “arriba”,   de hacer lo correcto desde una personal autonomía.
Sólo es: reconocer la Armonía  siendo con el UNO.
 “Mi Padre y yo somos UNO”.
Es la Esencia de Todo: Ser el UNO.
Nunca hay dos: lo bueno y lo malo.
 Sino siempre el BIEN. En Todo… en mí.

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