-“Leo y leo el libro para sanarme y no lo consigo”.
No me sorprende.
-“Se ora o se lee para saber que estamos sanos. Nunca para sanar.
Por tanto, tu intención es errada. Cada línea leída sería un afirmar
rotundo la existencia del supuesto problema”.
No intentamos alcanzar una cumbre.
Porque avanzar desde el error es misión imposible.
Desde allí los caminos sólo conducen a “ninguna parte”.
Hay que moverse en la Verdad. Donde ya estamos.
Para sentirse en la cumbre hay que comenzar desde arriba.
Nunca desde abajo. Ahí sólo estamos en el sueño.
Arriba es nuestro hogar. El que pese a las apariencias nunca
abandonamos.
Lo bueno, el Cielo, no hay que construirlo ni alcanzarlo. Ya es desde la
eternidad. Y es lo único en su infinitud. En ningún otro lugar podemos
estar o ser, aunque los delirios sugieran diferente.
Todo lo recto y bueno que deseamos ya lo tenemos.
Me añadiste: -“Quisiera cambiar mi vida”.
Y yo pensé: Por fortuna (más bien, por gracia) eso es
imposible.
Sólo hay una Vida. Que también es mi vida. Nunca alterada, manchada,
mutilada o herida. Siempre intacta, perfecta e inmutable. Nada ni nadie
la puede cambiar.
No se trata de escalar el Cielo, de llegar “arriba”, de hacer lo
correcto desde una personal autonomía.
Sólo es: reconocer la Armonía siendo con el UNO.
“Mi Padre y yo somos UNO”.
Es la Esencia de Todo: Ser el UNO.
Nunca hay dos: lo bueno y lo malo.
Sino siempre el BIEN. En Todo… en mí.
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martes, 11 de abril de 2017
DESDE ARRIBA, SIEMPRE.
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