Donde está la luz,
la oscuridad nunca es.
Y por eso es alentador recordar el primer
mandamiento de Dios registrado en la Biblia. "Sea la luz".
Y puesto que ese orden nunca fue rescindida, invertida o alterada, es ley que esta luz siga y
sea siempre presente.
Y ahora también.
A pesar de la
errónea apariencia de que la oscuridad la ha reemplazado.
Sólo es necesario
que abandonemos al "yo" siempre “ciego de nacimiento”.
Se impone el asumir nuestra verdadera identidad:
"Vosotros sois la
luz".
Y más que buscarle
causa al error contemplemos lo único que es:
La continua manifestación de
la gloria de Dios
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