Estas palabras en punto de cruz presiden el saloncito de nuestra modesta "granny house".
La frase se debe a Hellen Keller (1880-1968), escritora norteamericana, invidente y sordomuda.
Cuando ayer leí de nuevo este profundo pensamiento lo relacioné con algo que dejó huella en mi infancia.
"Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos."
"Lo esencial es invisible para los ojos" - repitió el pequeño principe para acordarse.
Curioso comprobar como Pablo llama a Dios, el Invisible (1 Timoteo 1:17)
Y así,como el tierno e inocente personaje de Antoine de Saint-Exupéry, y la esforzada Hellen Keller, reconozco que los sentidos físicos no están capacitados para conducirnos al disfrute de lo verdadero, de lo real.
Tal como encontramos en Ciencia y Salud: "El error fundamental descansa en la suposición de ... que el conocimiento del bien o del mal, que se obtiene mediante los sentidos corporales, constituye su felicidad o su desdicha." (171:36-172:2).
Y por eso intento abandonarlos en lo más recóndito del almacén de las herramientas.
Si nuestro deseo es el goce sin fin, hemos de jubilar como guía al sentido material y aferrarnos sólo a la experiencia espiritual:
"El sentido material
no revela las realidades de la existencia; pero el sentido espiritual eleva la
consciencia humana a la Verdad eterna." (Ibidem 95:32-34)
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