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viernes, 28 de abril de 2017

CORRESPONDER AL AMOR


Lo sublime es que Dios ama sin descanso ni  restricciones.
Lo importante es que Dios me ama.
Ese es el Principio de todo. Es el Bien absoluto.
Ser consciente de ello nos abre la puerta del Paraíso aquí y ahora.
Pero también ayuda el corresponder al Amor.
Sentimos su inundación cuando vemos que nos rebosa.
Cuando evidenciamos que “El Amor se refleja en amor”.
Y ¿cómo puedo amar a Dios?  Ese interrogante me ha acompañado desde siempre.
Se me ocurre una primera respuesta: “Nunca con un Amor que no sea el mismo Amor”.
El hombre, como imagen que es, nunca tiene la iniciativa. Ella pertenece al Principio. “El nos amó primero”.
¿Cómo corresponder al infinito Amor?
Con toda humildad aporto las siguientes formas.
1º Amando al prójimo.
Si viendo al hombre, vemos al Padre, amando a aquél, abrazamos a Dios. Pero para eso tengo que sentirlo próximo (=prójimo). Porque nada ni nadie es ajeno, ya que es la manifestación del mismo Dios.
2º Obedeciendo.
Sé por experiencia que lo que calienta el corazón no es que me mitifiquen, adulen, o me rodeen con muestras de respeto o consideración. Me siento amado cuando se me toma en serio. Cuando se hace caso a lo que digo o indico. No se trata de decir “Señor, Señor”. “Quien me ama guarda mis mandamientos”. Y ¿cuál es el primero y principal?  “No tendrás otros dioses…”  Es decir, experimentar la totalidad de Dios que excluye cualquier otra realidad o ser.
Y, ¿cómo sé que estoy obedeciendo? Recuerdo que obedecer significa (ob audire) “ser consecuente con lo escuchado”. Por tanto, primero si silencio todo y sólo presto atención a los pensamientos de Dios. En segundo lugar, si compruebo la consecuencia de ese “guardar mi palabra”: “Estas cosas que yo hago, él las hará, e incluso mayores”.
Demostrar, sanarse y sanar a otros es señal de que amo. Es decir, que el Amor me “traspasa”.
3º Me gusta advertir que AMAR no es colmar de cariño, no es acariciar al otro con el calor de la piel o de la palabra o rodeándolo de regalos y atenciones.
AMAR es ver y considerar al otro como Dios mismo lo ve. Entonces, ¿qué será crecer en el amor a Dios? 
La respuesta la revela la pura lógica:
Amar es conocer más y más a Dios, aceptando como Él se me va revelando y no sólo como yo lo voy sintiendo. Es contemplar a Dios con la única mirada.
Estoy seguro que siendo el Amor infinito, ilimitadas son las formas de experimentarlo.
Y así, AMAR es estar abierto a las nuevas experiencias de cada día, resistiendo la tentación de su contrario, el temor, que nos empuja a cerrarnos.
Sólo el Amor nos puede enseñar a AMAR y su lecciones son continuas. Ahora mismo, todo está listo para el feliz aprendizaje.

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